Cruzar la frontera

Por | 18 septiembre, 2018

Unos de los desafíos que enfrentan nuestros jugadores con mayor dificultad son:

  1. Percibir los espacios libres de progresión.
  2. Ser capaces de progresar mediante conducción hacia ellos superando así líneas de presión rival.
  3. En caso de encontrarse a rivales por el camino, realizar fintas (de frente o de espaldas) y cambios de ritmo con el objetivo de engañarles y llevarles hacia espacios contrarios a los de su intención para progresar, además de frenarlos para dificultar su labor.
  4. Conducir con la superficie y la frecuencia apropiada dependiendo de la intención táctica que se pretenda y la situación de los oponentes que nos rodean.
  5. Percibir espacios periféricos por donde progresar de manera más lenta pero segura.
  6. En caso de no poder progresar, realizar giros con el interior o exterior alejando así el balón del rival y oponiendo su cuerpo y extremidades entre el balón y el oponente, para seguidamente conducir hacia espacios de seguridad que le permitan conservar el balón.

A menudo en las etapas de iniciación los entrenadores seleccionan tareas descontextualizadas para la mejora de la acción técnica de la conducción obviando que esta debe ir íntimamente ligada a las intenciones tácticas que requiere el buen hacer del juego. Lo cual lejos de ser una dificultad en la para el aprendizaje, desde nuestro punto de vista, es un acelerador del mismo, acercando de manera más rápida al jugador a la realidad del fútbol (utilidad de fundamentos técnicos con intenciones tácticas).

Pues bien, la tarea que os presentamos a continuación surge como adaptación al fútbol de juegos comúnmente llamados «la frontera», «la araña», «la muralla», etc. lo cual allana el entendimiento y desarrollo de la misma al ser ya conocida por todos, promueve la asimilación de los objetivos comentados anteriormente. Por otro lado, aunque se trata de un juego de relación con balón (es decir, sin oposición ya que no se permite robar el balón) encuadrado en los juegos de persecución y de muy fácil comprensión para todas las edades (especialmente recomendable para etapas de entre 6 y 12 años), su nivel de especificidad con respecto a las intenciones tácticas que se presentan en el fútbol es muy elevado. Además, el carácter lúdico del contexto  unido a la constante participación con balón de cada uno de los jugadores hacen de él un elemento enriquecedor y de enorme valía para el aprendizaje.

Por último, debemos saber que cuando realicemos este juego seguramente las primeras veces los jugadores abusen de una elevada velocidad, escasos cambios de dirección para buscar espacios de progresión periféricos y giros hacia espacios de seguridad. Esto provocará continuas pérdidas. La buena comunicación, demostración y la propia práctica modulará dichas conductas hacia los comportamientos descritos al principio de este artículo

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